domingo, 28 de octubre de 2007

Códigos -1



La noche está negra, muy oscura, haciendo resaltar más la luz de la luna llena. Él no recuerda haberla visto tan amenazante, tan desafiante, antes. Algo quiere decir, algún mensaje encierra en ella, no siempre se la ve así cuando ha terminado una tempestad, podría ser que una última esté por arreciar. A él esto le da un poco de temor, a pesar de ya haber visto tanta muerte a sus pies, de haber sentido a la misma introducirse en su pecho a través de sus ojos.

Noche de encuentro. - O de desencuentro- piensa él. - Quizá sea la última vez -. La última batalla al fin, el último enfrentamiento, que no significa el fin de la guerra, pero quizá sí la última herida que esperará sanar con el tiempo.

Todo ha seguido su curso, los mensajes han sido claros – Quiero terminar con esto, pero no seré quién aparezca como el villano de la historia -, han sido códigos dejados como fragancia en el viento. Nada fácil, también ha sido aprender a utilizar caretas de acuerdo al momento – Te esperaré, has todo lo necesario para estar tranquila, para acabar, no te preocupes por mi, cuando llegue el verano seguiré aquí, como siempre, como antes -.

Ella mira fijamente, sabe que en las batallas no se debe bajar la guardia así se esté herido de muerte. Pero no es la misma, también sufre los estragos de tanto tiempo de choques, de seguir rutas desconocidas, de ver como llueve en sus ojos y sin poder guarecerse, de quedarse sin aliados. De equivocarse de estrategia, de haberse equivocado de contrincante, de cambiar los días coloridos por las nubes grises. De ya no poder conversar con esa estrella y saber que el universo la puso ahí por siempre. Consecuencias de la guerra psicológica, todo mengua, todo suma, todo resta.

-Hola. Aquí estoy, como acordamos-
-Sí, como antes-
-Como siempre- y ella sonríe.

La luna los sigue y su reflejo se ve encima de sus cuerpos, alumbrando la cita, como anunciando algo, como siendo testigo. No entenderán su mensaje hasta muchos años después.

-Sabes. Te he extrañado. No puedo dejar de pensar un día en ti – dice ella en voz bajita.
-Yo también, no puedo mentir, nunca lo he hecho, pero no sé que pasará después de hoy-
-No digas eso. No vayas a decirlo por favor- y lo abraza.

Ella sabe que firmar el acuerdo de paz es también ceder territorio. Es poner otros límites. Es establecer distancia. Ambos saben que terminar la guerra fría no será fácil ni será en ese momento, lo más seguro es que se acentúe y continúe durante mucho tiempo más. Nadie gana. Al final la firma es aceptar que todo se ha perdido.

-Se siente bien así, lo hubiese querido por siempre- dice él tratando de no cerrar los ojos y dejar caer unas lágrimas.
-Así serán, ya lo verás, no falta mucho-
-Yo ya no espero nada, he visto tanto, he escuchado más, he esperado mucho- dice él mirándola a los ojos, ya no con esa mirada devastada, ahora más resuelto.


Códigos -I

No puedo pensar en más y tú ya no estás.
He querido llevarte y no logro ya encontrarte.
Por última vez vi tu reflejo en la luna.
Tan desafiante y nostálgico.

Sé que no todo es tu error y hoy llorarás.
Me duele el alma y no puedo olvidar.
Que en otro mundo se hará la paz en nosotros.
Y ya no será nada tan trágico.

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