Terminó la fiesta. A los chinos les salió todo muy bien y en paz. ¿Cuánto les ha costado? Seguro que mucho. Pero creo que la emoción de los deportistas que ganaron sus medallas, luego de tanto tiempo -años seguramente- de entrenamiento y sacrificio de una vida normal, estuvo por encima de cualquier evento y nos dejó las mejores imagenes para nuestros recuerdos.
Así quedaron en la mente los "ochos" de la suerte -y de oro- para Michael Phelps, que logró su objetivo y espera seguir hasta las siguientes olimpiadas y lograr igualar o pasar su marca; un salto al cielo, como queriendo salir del "Nido del Pájaro", logrando batir todos los récords -los suyos- (5.05m en salto con pertiga) para la rusa Isinbayeba, que con una gran sonrisa de emoción incontenible, nos mostró el corazón del atleta.
La luz de las zapatillas doradas -y desabrochadas- de Usain Bolt que parecían volar, convirtiéndolo en el hombre más rápido del mundo (9.69s en 100m), pudiendo tener un mejor registro, pero en una mezcla de alegría y explosión, se dio el lujo de celebrar antes de cruzar la línea de meta. Para algunos muestra de soberbia, pero habría que estar dentro del deportista que tiene tantas miradas encima y la presión de un pueblo, de sus contraincantes, de la prensa y también del "fantasma" del doping, que por algunos malos corredores anteriores, terminan siendo asediados también.
No sé si Londres 2012 podrá ser mejor. Creo que es mejor no esperar algo así, solo hay que disfrutar del deporte y saber emocionarnos como muchos de estos atletas que aun con el "oro" en sus cuellos, saben mostrar la sencillez en sus sonrisas.
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