miércoles, 6 de mayo de 2009

Esta noche... con Oasis

(El post que quise colgar sobre esa noche inolvidable)


La noche no termina aquí, cuando el viento se lleva el último efecto electrónico al infinito… Es lo que he pensado sin saber todavía por qué. Si aun no me he dado cuenta (y creo que nadie más) de cómo la música se apoderó de la noche de manera casi supersónica, que parece haber sido en un abrir y cerrar de ojos que ya estábamos en medio de una explosión incesante de recuerdos y emociones; tanto en todo el lugar como dentro de nosotros mismos, muy dentro. Y como el escepticismo antes de este día nos había llevado a dudar, no puedo tampoco ser certero y explicar la idea que tengo. Es algo extraño (jodidamente placentero), que presiento que esta noche no ha acabado aquí ni ahora. Solo es una buena sensación. Esta noche…

El ritmo vibrante se ha transmitido como un virus peligroso y contagioso (no fue el H1N1, gracias a Dios), que nos atrapó sin problemas ante nuestra nula resistencia. O para ser más real, solo hizo que aquel contagio que tuvimos la primera vez (ya hace más de una década) cuando nos tocaron con esos acordes y sonido arrogante, saliera a la luz de nuevo. Algo incurable (mágicamente crónico e insaciable) que se dispersó por más de 40,000 personas creando una verdadera pandemia de velocidad insospechada.

El deseo se ha vuelto momento y ha hecho que seamos libres, que seamos nosotros mismos sin barreras; pero con la música, las voces, las poses, las distorsiones, las versiones con las cuales hemos crecido; nada importa, el momento lo es todo. Por estas escenas que las habíamos esperado con ansias, que considerábamos podían ser imposibles de tener vivo, en vida. Lo pensé y me estoy convenciendo, esta noche no acaba aquí. No. Quizá ya ni siquiera es de noche y ni cuenta. Esperar años luz y luego ver pasar años luz, como luces que distorsionan la vista, que embriagan eternamente, me han llevado a flotar en el espacio y sin tiempo, como estar en una nube psicodélica.

Mi voz no es la misma y quizá la tuya tampoco. Cantar con más que la garganta no es tan fácil como parece. No es solo gritar y ya. No esta noche. Es sentir como la música recorre tu cuerpo. Nuestros cuerpos. Y se dejan acariciar, se animan a ir más lejos sin prejuicios siendo libres. Es dejar que los recuerdos y sentimientos fluyan; salgan, entren y se mezclen con las voces que hace mucho tiempo tenemos como vida; rozar el punto G (Gallagher) del éxtasis. Respirar profundamente y exhalar pasión.

Tan lejos, y tan cerca. Como nunca antes lo pensamos, y quizá ni creíamos posible. Tal cual alcohol que no conoce de límite dentro de su viaje en el cuerpo, como el cuerpo de una mujer a la que deseas y te abstrae. La clara expresión de la felicidad que se sabe efímera, difícil de conseguir, que es limitada y muy costosa, pero que igual se quiere todo el tiempo y por siempre. Hoy está, aquí, ahora y sé que esta noche no acaba hoy. Vivirá por siempre.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Debe haber ido al concierto con alguien muy especial, la noche que vivió no solo se debe a Oasis, se nota que también a una hermosa mujer. Oasis vivirá entre nosotros siempre, las voces, aquellos anhelos, todo.

Carlos Enrique dijo...

Esa era la idea. El concierto dejò mucho porque era un anhelo muy grande, un deseo que fue comparable a estar con una chica quien nos hace sentir muchas cosas. Si se sintiò asì mi post me da gusto, va por donde querìa.

Gracias por comentar.

Anónimo dijo...

El sentimiento es recíproco...