Hace un par de horas quise salir a caminar por la calle a solas. Como no hay muchos lugares por donde pasear hice lo más fácil, fui a los que siempre voy y donde sé que puedo parar a distraerme un momento. Creo que desde hace unos días necesitaba hacerlo y me había faltado tiempo o ganas. Durante estas dos horas tomé aire y acompañé la vista con música romántica. Sí, de esa que las radios en provincias acompañan con un locutor de voz melancólica, que hace las veces de doctor o doctora corazón, en horarios nocturnos. Muchas veces he dicho que no me gustan esas canciones y es cierto, no las tengo en casa, no he comprado nunca un disco y ni siquiera sé el nombre de las acarameladas melodías. Pero ahí estaban porque muchas personas las esperan para terminar el día imaginando a su `media naranja’, no sé ni me interesa de qué forma, haciendo que esos programas tengan un buen número de público que hasta llama por teléfono y da sus opiniones sobre los miles de problemas que tienen los corazones aparte de los infartos.
Entonces el tiempo lo pasé entre letras de amor flotando alrededor y me he sentido contrariado. Será que esas canciones tienen un efecto inverso en mi o tal vez sea que su verdadero fin sea el de repartir nostalgia antes de dormir, así suene ingenua mi apreciación. La cuestión en sí es que me hicieron recordar errores, mis arrebatos, mis inconsciencias con algunas chicas, en tiempos que a veces parecen equivocados y desbocados desde una óptica actual, y también mis ganas de gritar de rabia porque no pude cumplir con alguna promesa; esas canciones hablaban de amor y yo decía ‘por qué ahora’ que no es buen momento, a pesar que sé que nunca he encontrado el espacio adecuado.
Y he pensado en todo lo que he dicho alguna vez (o varias ocasiones). En las cartas que no respondí. En los e-mail’s que sí y que solo fueron para romper, porque no podía hacerlo personalmente. Pero también he recordado las veces que fui en búsqueda de una chica y cuando ya estaba todo hecho dije que no, por causas que no pude contarles, pero que tienen que ver con enredos, con historias no terminadas. Fechas equivocadas de inicio, errores y más errores. ¿Me arrepiento o no?, he llegado a preguntarme. No lo he hecho, hasta hoy. Pero sí considero que hay unas cuantas personas a quienes les debo más que una disculpa.
Casi al terminar la noche decidí que ya eran demasiadas canciones cantadas en español con letras que me golpeaban una detrás de otra y emprendí el camino de regreso a casa, solo, como hace mucho tiempo. Aquellas letras y melodía seguían en mi mente a cada paso que daba hasta que pasé por la puerta de una discoteca de mala muerte. El ruido de la música ininteligible que hacían sonar cambió de golpe mi mente; los nuevos tiempos de ‘perreo’ esta vez salvaron la madrugada y así como recordé con la música suave y romántica las muchas veces que me equivoqué en el amor (si es que lo fue alguna vez), con aquella música estridente de letras sin sentido olvidé que hoy debía escribir para disculparme con alguien y me propuse dormir.
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