jueves, 10 de marzo de 2011

Post cenizas

Tengo una canción que escuché hace un tiempo que es como para cantártela. Es de esas que me hubiese encantado escribir, puedo confesar que la siento tan mía que temo llegar a ser como esos piratas que plagian obras y a quienes detesto. Pero sucede que la letra y la música recorren mis venas haciendo crecer las ganas de escupir al viento todo lo que tengo dentro y he llegado a imaginarme como el autor.


La canción describe tanto lo que siento como lo que quisiera decirte, hasta ahora me ha funcionado para dejar ir algunos sentimientos, ya que no estamos frente a frente. La letra trata de una despedida, o siendo más exacto, que me voy. Dice que devuelvas el cariño que te di en todo este tiempo porque no lo valoraste y que el tiempo ya es distinto, que no quiero darte más mis mejores días. Tengo en la cabeza esa parte del coro, donde la canción repite lo que quisiera gritarte con toda el alma, que me devuelvas el corazón, ese mismo que me hizo estar a tu lado y rompió la lógica de las opiniones sensatas. Al igual que en aquella letra, el ritmo cambia y se reclama, se exige. Es culpa mía el confiar, pero solo te encargué mi amor para que lo cuidaras, y no pudiste.


Dice algo que quizá preferiría guardarme, que a pesar de todo estoy consciente que no será fácil marcharme; muchas veces lo que se debe no es lo que se quiere, ni tampoco se puede realizar de la noche a la mañana. No quisiera hablar del miedo que también siento en cada momento que recuerdo lo vivido y mis intentos por escapar, pero necesito largar sin saber si es lo mejor, tan solo irme y ya. De seguro debí dejarte antes y me faltó fuerza para decidir.


Te lo digo convencido, me voy aun sabiendo que con eso no lograré que el dolor se quede donde tú estás, ni tampoco los recuerdos del verano, ni los planes inconclusos. Quiero que sepas que siempre supe que era mi riesgo y lo respiré para poder despertar en las mañanas. Quiero que también sepas que estoy tranquilo por haber hecho el mejor esfuerzo en recibir los golpes y estar de pie, y por sobre todo porque no me quedo con la duda entre intentar querer o esperar a ser querido…

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