martes, 24 de julio de 2012

Cold Time.


Mis manos están congeladas, 
mi voz apagada.
No sé cuántas veces más daré vueltas alrededor de la cama.
Prefiero las cortinas cerradas que dejan un aura gris, 
sé que no ayuda, no.
Todo lo que he querido alguna vez en distinta época se terminó por alejar.
Tal vez por mis propias culpas, 
a veces porque el destino lo quiso así.
Y suena a dejadez, a autocompasión.
En todas aquellas ocasiones sentí un vacío enorme
la boca seca, 
y otra vez la sensación de un invierno crudo.
La nada.
Todo lo que pensé como “el momento” no fue.
Porque cuando llegó se volvió a ir 
o apareció una barrera tan grande como los kilómetros de distancia de separación que sufren dos corazones que se quieren.
La vida es injusta la mayor parte del tiempo 
y me molesta la frase esa de que “todo pasa por algo”, 
si al final solo es una excusa para una sinrazón.
He querido escuchar una voz cálida que me diga que hay espacio para mis deseos.
Pero he encontrado otra vez al invierno en su versión “no hay mucho por hacer”.
Y he vuelto a dar otra vuelta más como creyendo que así el tiempo corre
y entonces esa maldita frase de “todo pasa” llega al fin a hacerse realidad.
¿Cuándo?
Esto es injusto, al mismo momento de querer que llegue el momento y todo pase me voy haciendo más viejo.
¿Cuándo?
El tiempo es un dictador tirano, 
nada le interesa, no le importas.
Quienes dicen que hay que darse un tiempo fantasean con algo que quizá nunca llegue.
Es lo mismo, una pérdida de tiempo.
Mis dedos están helados y mis uñas moradas.
Mi pantalón es color gris, 
mi camisa debería ser negra, me visto con colores sin colores.
Y he deseado motivarme con detalles de esos que no son dinero, 
pero que cuestan muchísimo más.
Pero cada vez que he creído por fin conseguirlo las horas de distancia aparecen como montañas que me alejan.
No solo es ir, no solo es cruzarlas.
Es tener que volver, es saber que solo serán pocas lunas ahí.
Y querer vivir todo tan rápido.
Y sentir que la vida se escurre como arena en las manos.
Y desear poder separarse en varias partes para estar en todo lugar.
Y saber que es porque vale la pena.
Que el cansancio no importará luego.
Que las ganas no se irán.
Que será algo solo temporal, porque las cosas cambiarán.
Y que alguien me diga que sí existe ese “momento”, 
que sabré que “todo es por algo”.
Que sabré “por qué valió la pena”...
(las angustias, las esperas, las incomprensiones, los golpes, la ira, las injusticias, la frialdad…)


No hay comentarios.: