jueves, 16 de agosto de 2007

Terremoto en Perú: Crónica



El mundo da vueltas… El mundo ha girado tan rápido el 15 de Agosto del 2007 y todo el Perú lo ha sentido. De una mañana con un brillante sol, que desde hace mucho no veíamos, pasamos a una fría y caótica tarde. Dos minutos más que corrieron en el tiempo, para cambiar la vida de muchos. Para terminar la de otros.

Siempre queremos saber lo que pasará. Si hubiese algo o alguien que funcionara como un oráculo lo tendríamos cerca, a pesar que a veces digamos lo contrario y expresemos nuestra oposición a saber dónde, cómo, con quién o simplemente qué estaremos haciendo mañana. El día después del 15 de Agosto de este año 2007 ha funcionado para hacernos muchas interrogantes, como una gran alerta en nuestras vidas ¿Qué me falta hacer? ¿Lo que hago es lo que quiero? ¿Y si todo hubiese acabado en esa tarde? ¿Le dije todo lo que le tenía que decir? ¿Le dije que la amo? ¿Te pedí disculpas? ¿Si no estoy podrá seguir el mundo igual?...

La siguiente es mi crónica del Terremoto ocurrido ayer en nuestro país. Los momentos que relato comprenden acontecimientos entre las 6:00 de la tarde del día del Terremoto hasta las 6:55 de la mañana de hoy 16 de Agosto del 2007.

6:00pm. He regresado del Banco BBVA Continental; luego de intentar cuadrar mis cuentas, he depositado un minúsculo pero no desdeñable monto para preparar mi pequeño viaje al norte en unas semanas. Mi oficina está en orden, algo extraño en estas épocas de quincena –hay pocos papeles en el escritorio-, y al encender la pantalla de la computadora parpadean las ventanas del MSN Messenger. Contesto a mis amigos y entre ellos una ex – compañera de trabajo me cuenta lo triste que está por haber olvidado –ya desde hace mucho tiempo, me comenta- celebrar los aniversarios de su ciudad – Huánuco –. Para los que hemos vivido mucho tiempo en provincias es lo mismo: Lima es así, o te dedicas a ella, o no estás en ella.

6:02pm. Recuerdo que quedé en llamar a mamá a su celular – esto desde antes de las cinco de la tarde-, pero el movimiento de la oficina ha sido incesante en la mañana y luego del refrigerio, me ha sido imposible. Paulo, mi hermano, me había hecho la petición: Él no iría a la cita, pues quería ver el partido de su equipo que iba de visita al Monumental de Ate, así que si quería asistir –como si eso fuese una opción para escoger-, debía llamar a mamá para encontrarnos en el dentista y seguir con el tratamiento “familiar”.

6.03pm. Acuerdo con mamá, nos encontraremos en el consultorio del dentista, no había pensado ya en ir, pero ella tiene casi comprado el pasaje de vuelta a Chepén, así que es mejor que termine su tratamiento. No dudo más y cierro la sesión de mi PC. Me despido del personal que trabaja cerca de mi oficina en la empresa y voy hacia la avenida Faucett para esperar un carro que me lleve por Salaverry, Belén hasta el Parque Mora en Miraflores. Ahí haré conexión con otro que me trasladará por la Avenida Angamos.

6:18pm. Todos los carros pasan repletos de pasajeros y no logro encontrar el que me llevará en la ruta que necesito. He esperado desde las 6:05pm. No me desespero, mamá llegará primero y yo esperaré hasta que termine de ser atendida. A pesar de eso, en el momento sigo pensando que debí de todas maneras salir más temprano de la oficina. Es sólo porque es mejor siempre salir temprano y no con la noche llegando. Pasa una combi de la ruta deseada. Está casi lleno, pero no me queda otra opción y me siento al final.

6:35pm. Ya yendo por la avenida La Marina el carro está al tope de su capacidad, una chica habla con su Nextel con otra amiga, ya quisiera tener tanto crédito para hablar, siempre debo medir mis consumos mensuales, al inicio mis recibos eran demasiado altos y hablaba tanto como aquella chica, pero siempre se aprende sobre el control, al menos si dejaste de comprar esas zapatillas que querías por pagar el recibo telefónico.

6:40pm. Estamos subiendo por el puente que va sobre la Avenida Brasil, escucho a la chica hablar un poco intrigada, su cara ha cambiado de expresión – es un gran signo de interrogación- y logro escuchar que hace una pregunta: ¿Temblor dices? ¿Hay Temblor?...

6.40:35pm. El carro donde voy se detiene detrás de la fila de autos y transportes de pasajeros que esperan el cambio de luz frente al Hospital Militar. Es extraño, no hay mucho tráfico y avanzamos rápido en comparación con otros días. Veo la hora en mi celular, me ha dejado intrigado lo que escuché de la chica y ella está tratando de establecer contacto, su línea se ha cortado. Se me ocurre hacer lo mismo, llamar a mamá. En eso empieza a moverse el carro, y no es que la luz del semáforo esté en verde, pareciera que de los dos costados nos quieren voltear. El movimiento es ondulante, nos deja fríos. Un señor que iba durmiendo en el asiento de adelante se despierta y pregunta “por qué nos mueven”. Todos estamos aterrados y no sabemos que pasa – Al menos la chica de al lado y yo lo sabemos, aunque nos equivocamos, esto no es un simple temblor-. Miramos a todos lados, a derecha e izquierda por los vidrios y las caras de las personas que están saliendo de sus casas no tienen explicación, no se pueden describir por nada. Es pánico puro.

6:41:12pm. El carro avanza tambaleándose, y pienso que por todo lo que he visto no puede ser leve. No es un simple sismo. Me recorre un aire frío por el espacio que queda libre entre la ventana. Estamos fríos todos. Sólo pienso en mi familia, en llamar a mamá y no contesta, la llamada ni siquiera puede establecerse.

6:41:53pm. El carro sigue avanzando hasta llegar al cruce de Pershing con Salaverry, miro a mi izquierda y hay cientos de personas frente al Hotel Meliá. Han preferido estar en la calle y el movimiento no ha cesado, ya va más de un minuto –pienso-.

6:43pm. He tratado de llamar a mamá sin suerte. Luego a papá que está en casa convaleciente de una cirugía en la dentadura – el tema familiar en estos días -, también a Paulo, a la casa. Nada. Trato de mandar mensajes de texto, es imposible. En un momento me llegan tres seguidos. Es una amiga que vive en Guadalupe (La Libertad). Me cuenta sobre el sismo y me pregunta si también lo he sentido en Lima. No puedo contestarle en el momento. Pasan unos minutos y logro mandar la respuesta del mensaje de texto y también conversar con mi tía Gloria que está en Chepén. Me cuenta que pensaba al inicio que estaba teniendo un mareo. Que están bien todos y que ya ha pasado, que mi abuelo Juan no se ha preocupado. Puedo saber entonces que allá no ha sido el epicentro, al menos una carga de tensión menos. Solo hablamos un minuto y la comunicación se corta. Intento nuevamente establecer contacto con mamá a su celular, pero nada. Trato de calcular el tiempo entre su salida hacia el odontólogo desde la casa donde está alojada en San Roque, pero no logro llegar a nada. Me queda suponer que debió estar en el dentista al momento del sismo, o llegando, no sé.

6:47pm. El conductor de la combi ha sintonizado Radio Programas del Perú. Dan cuenta de un sismo muy fuerte, posiblemente 7 ú 8 en la Escala de Richter. Pienso que tenía razón – lo lamento mas bien-, no era algo simple. Todos estamos muy callados, impávidos, siempre con el celular en mano, pero no hay conexión, es inútil. En las calles la gente está en la puerta de sus casas, señalan sitios, se miran las caras, otros solo se abrazan ¿Dónde estará mamá?

6:58pm. Llego a Parque Mora y bajo rápidamente para abordar otra combi que va por todo Angamos. La gente igual está comentando sobre dónde los cogió el movimiento telúrico, todos estamos preocupados - ¡Sí señor, a mi me agarró en el quinto piso del edificio, he tratado de salir tranquilo pero las paredes de rajaban! -. Y poco a poco el carro se va abarrotando de gente, no hay nadie en sus casas o en los locales comerciales, pugnan por conseguir un vehículo que los lleve a casa a ver a los suyos. Son minutos inciertos, las noticias dan cuenta de un sismo o quizá dos, producidos a la altura del Departamento de Ica, a unos 47 kilómetros dentro del mar. Y no ha sido poco, los reportes iniciales dan 7 grados en escala de Richter.

7:17pm. Voy por Angamos y el panorama es el mismo, desconcierto total, angustia por no tener noticias de la familia, gente con celulares en mano, pero sin poder contactar. Ambos lados de la vía están llenos de gente que quiere coger un transporte que lo lleve a casa, pero hay muchos vehículos que no recogen a nadie, quizá también quieren llegar rápido a casa o están muy llenos y la policía, que ha salido por montones a las esquinas de las avenidas más importantes, intentan establecer el orden, a veces a la fuerza, pero igual, no son momentos disipados.

7:31pm. Llego a mi paradero, bajo y voy entre la muchedumbre hasta la esquina para esperar que el semáforo esté en rojo y poder cruzar al frente. Escucho voces en una tienda detrás. Las noticias. Volteo y veo a mucha gente mirando hacia la televisión. Me acerco y están pasando imágenes del Callao, hay cables de alta tensión sueltos pues algunos postes han caído. El semáforo está en verde y cruzo la calle, voy hasta el consultorio esperando ver a mamá, también la he buscado en el paradero, quizá pueda ser que esté cerca, y haya tenido la misma idea: encontrarnos.

7:35pm. Subo hasta el segundo piso del edificio donde queda el consultorio y no hay nadie, está cerrado con llave y candado. Saco el celular e intento llamar a todas partes, pero nada de nada. Decido salir, intuyo que mamá ha llegado antes que yo y no tuvo mas remedio que hacer lo mismo. Regreso a Angamos. Al salir por entre las callecitas escucho en la radio que entrevistan a una mujer, está aterrada pero no olvida de enviar noticias de sus familiares huanuqueños a los que están en la capital – Estamos en fiesta por el Aniversario de Huanuco, le recuerda al locutor -. Mal día para una fiesta. Sigo avanzando rápido y mirando por si acaso esté mamá por ahí, pero nada, solo veo el titular de un periódico deportivo, algo así: “Gran Susto”. Sin duda premonitorio. Se refieren a la lesión de Reimond Manco de la Sub-17 que está en Corea. ¿Algo así ocurrió en el Mundial del 70? El terremoto ocurrió cuando Perú fue al Mundial. Al menos escuché una comparación parecida cuando venía en la combi. Perú ganó al menos creo ¿Se repetirá? Pienso en tantas cosas yendo hacia la avenida Arequipa, no me queda más, hay angustia colectiva, la incertidumbre es muy grande.

7:41pm. Casi en el cruce de Angamos con Arequipa hay un ómnibus parado. Un policía de tránsito no ha tenido mejor idea ni mejor día para querer poner una papeleta. La gente en vez de apoyarlo lo recrimina al alzándole la voz y agitando los brazos por las ventanas - ¡Queremos llegar a casa oficial! -, como si no hubiesen motivos para estar contrariados.

7:54pm. Espero varios minutos en Arequipa, frente al ICPNA. Todos queremos coger un transporte que nos lleve a casa, hay dos viejitas que también están a la “carrera”; un señor les cede el paso y deseo que al menos alguien les ceda el asiento en el bus. He intentado en vano decenas de veces comunicarme a casa por el celular, en momentos como este pienso en que nunca sirve tener línea abierta si no es para las emergencias. Al fin puedo subirme en uno y me quedo parado al costado de una señora que va con cara de pocos amigos en el asiento

7:58pm. La avenida Arequipa se parece a las demás que he visto, toda llena de gente que quiere subirse a un transporte y personas que están fuera de sus casas y no tienen intenciones de entrar a recoger sus televisores, libros, estantes o cuadros que han caído. El cuadro es el mismo, muchas ambulancias, patrulleros de policías, los bomberos. Lima está al son de las sirenas. Así llego hasta el Parque Kennedy, donde sube una señora a mi lado, a pesar del mal momento se le nota “bonachona” y le ceden el asiento, empieza a contar el tema del día – y probablemente de mucho tiempo más-, el sismo.

8:03pm. La señora con cara de pocos amigos me mira disgustada a cada momento, no es culpa mía, el bus está lleno y a cada momento suben más personas que no tengo idea como caben dentro. Y a cada momento tengo que molestarla con mi casaca en la cara. La señora “bonachona” cuenta con algo de gracia que estaba en el baño con sus demás amigas de la oficina “conversando”. Casi todas, menos ella han gritado al momento del sismo, ha tratado de hacer que mantengan la calma y se ha comportado como una experta de Defensa Civil. Todo hasta que vieron como se resquebrajaba una pared que separa el baño del siguiente ambiente y ella ha sido la primera en salir despavorida.

8:15pm. El tráfico es atroz. Lima es un caos. Nadie está preparado para algo así. Y creo que es peor porque no nos podemos comunicar. La incertidumbre es lo que mata y lo que tensiona. Recuerdo que en el año 1997 cuando pasamos el fenómeno del Niño sentí algo similar, pero en ese momento no teníamos ni agua, ni luz. Más sí tuvimos teléfonos, en esos tiempos telefonía fija, de casa, en su mayoría.

8:40pm. Llego a mi paradero final en El Trigal. Voy hasta la casa y todo está desolado, ya no hay gente en las calles ni parques. La noche está oscura y hay una sensación de miedo ¿Dónde pudo haber sido el epicentro? El Starbuck’s de Benavides está casi vacío, pero abierto a la atención. Paradojas.

8:42pm. En casa todos están nerviosos y nos contamos nuestras experiencias -¿Y a ti dónde te agarró el sismo?-, la ineludible interrogante. También intentamos comunicarnos con otros familiares, pero nada. Yo los tranquilizo y les digo que me pude comunicar de milagro a unos minutos luego del incidente ¿Y mamá? ¿Alguien sabe algo de ella? En eso Paulo, que está sentado frente al computador, me avisa que mamá está bien y ya ha llegado a San Roque, que papá también no ha sufrido ni un solo rasguño. Mamá al igual que yo intentaba saber dónde y cómo estaba, ya había podido comunicarse antes que yo a la casa. Había sufrido el terremoto a minutos de haberse sentado a esperar su turno en la cita. Y sí, aquel sismo había sido un terremoto, lo estaba escuchando y viendo en la televisión.

9:15pm. Subo a seguir viendo las noticias y veo al Presidente en su mensaje a la Nación. Hay decenas de muertos, podrían ser unos 18, pero la queja es la misma ¿Cómo es posible que nadie haya podido comunicarse? ¿Por qué colapsaron todas las líneas telefónicas?

10:30pm. Avanzada la noche las noticias no son nada alentadoras, hay más de 30 muertos, hay mucha gente herida, damnificada, tal vez miles. Muchos han muerto de infartos al corazón. No era para menos. Ha sido un día duro, han sido minutos muy intensos y dramáticos. Todo ha cambiado desde las 6:40pm de la tarde del 15 de Agosto.


11:38pm. El Jefe del Instituto Geofísico del Perú confirma lo que había escuchado antes, se trató de un terremoto, el más grande de los últimos años, en 7.9 de la Escala de Richter y 8.0 en la Escala de Momento. Algo similar he podido ver en las webs del Internet. Todo se produjo por el choque de la Placa de Nazca y la Placa Sudamericana. Hubo una liberación de energía, tan grande y tan reprimida por años, que produjo el movimiento telúrico, a manera de dos sismos, pero que en realidad fue solo uno. Un evento que se “esperaba”, pero que no se puede, hasta ahora, predecirse, ni tampoco evitarse. El epicentro está frente a las costas de Ica. Y la ciudad con sus alrededores están devastadas. Pisco, Cañete, Chincha… ¡Dios mío, todo está tan destruido! Se esperan tal vez Tsunamis, hay mucha gente del Callao que ha salido de sus casas rumbo al Complejo Deportivo Yahuar Huaca. A lo lejos se puede ver el escenario para un Festival de Salsa, al igual que el partido que iba a ver Paulo, todo se suspendió.

11:55am. Ha sido un día duro, todo ha cambiado en 90 segundos más o menos. Me voy a dormir de cansancio. Sé que muchas personas no podrán hacerlo. He tenido mucha suerte. La misma que si pudiera regalaría a todas esas personas, he escuchado una noticia aterradora – como todas – unas iglesias cayeron casi en su totalidad, entre ellas la famosa “Iglesia del Sr. De Luren”, en ese momento habían muchos feligreses… era hora de misa.

01:40am. He soñado cosas indescriptibles, muy confusas y alguien, que viste como un albañil, me pidió que le diera espacio y cambiara de sitio un banco que hay en mi cuarto, casi en mi cabecera, a otro lado para que pueda arreglar unos daños del techo de la casa. Extraño.

6:55am. Suena mi alarma y debo ir a la oficina a Bellavista en el Callao, al menos he tenido la suerte de dormir en una cama en mi casa, con abrigo, sin heridas, sin familiares muertos o heridos, sin sentir las réplicas que ya se cuentan por centenas en el mismo lugar de los hechos y que de seguro cada vez se sienten más, cada vez con recuerdos funestos, con olor a tragedia. Lamentablemente muchos hermanos peruanos no tendrán la misma oportunidad. Voy por La Marina de vuelta al trabajo y a lo lejos veo un periódico: “155 Muertos”.

Así el día ha pasado, y a medida que avanza no ha mejorado en nada, la cifra de personas fallecidas ha crecido exponencialmente y temo que la tendencia será esa. Hay más de 500 muertos, muchos de ellos todavía en las plazas de las ciudades damnificadas, algunos en las puertas de sus casas; niños, ancianos, futuros que se truncan. Hay patrimonios culturales que se perdieron para siempre. Sitios turísticos que no lo serán más. Para colmo una penitenciaría también ha sufrido daños y unos 600 presos han escapado, algunos han sido capturados, otros se entregaron por propia voluntad, pero la mayoría causa más terror del que ya se tiene de sobra, asaltando casa por casa a los pobladores de las zonas residenciales. En la noche fría y negra, a mano armada, sin corazón ni conciencia. Las últimas imágenes que veo en la televisión son tan fuertes y desgarradoras: Calles completas que desaparecieron, no hay una sola casa en buen estado, la gente duerme en las puertas con el poco abrigo que pudieron rescatar de los escombros. Y hace mucho frío, ni dudarlo. Hay mucha gente que sufre y que no dejará de sufrir nunca. El mundo dio la vuelta demasiado fuerte, una vuelta intempestiva y demasiado rápida, muy violenta, no nos dejó tiempo para nada. En Lima solo susto. En Ica, Pisco, Cañete y Chincha, ahora solo quedan ruinas y no dudo que, a pesar de estar escondidas en las profundidades, también quedarán heridas en el alma.

4 comentarios:

Sol dijo...

Me alegra que tu y tu familia esten todos bien. Vives por El Trigal? Yo vivia por ahi tambien, en La Duquesa.

Un abrazo grande.

Pedro Ramírez P. dijo...

me alegro por ti y tu familia que todos esten bien.
por aca a la distancia el dolor es muy grande por nuestro país.
hay que ayudar como cada uno pueda...pero hay que ayudar
saludos

Anónimo dijo...

Un gran susto y pesar por todas las centenas de personas que perdieron lo mas preciado: la vida de sus familiares y la de ellos mismos. No nos queda mas que ayudar y que no solo quede en expresiones de tristeza.
A su vez, pedir por todas aquellas almas que ahora tanto lo necesitan.
Y sobretodo, agradecer a Dios por habernos protegido en esos momentos de desesperación.

Anónimo dijo...

NO SABES LO FELIZ Q ME SIENTO AL SABER Q TU Y TU FAMILIA SE ENCUENTREN BIEN..ME IMAGINO COMO DEBE HABER SIDO LA DESEPERACION AHORA SOLO KEDA BRINDAR APOYO A AKELLOSS Q NO CORRIERON CON LA MISMA SUERTE..Y PEDIRLE A DIOS MUCHAS BENDICIONE SPARA TODOS..CUIDATE BESOS...