miércoles, 6 de febrero de 2008

Sonrisa al desamor



-“He leído su última obra, es distinta a cualquier otra suya, no tiene el volumen, abultado por cierto, de cientos de páginas como las anteriores, pero resume, tal vez por eso el tamaño de ésta, gran parte de los puntos principales o temas literarios que ha redactado en su carrera. Y me ha quedado claro que cuando habla del amor, en realidad está relatando el desamor ¿Por qué sucede esto? ¿Es la realidad de Alfredo en su vida?”.
Todavía tengo en la mente esta pregunta de la entrevistadora hacia Bryce Echenique, por una causa especial, casi puedo decir la respuesta, sin recurrir a alguna premonición o poder de adivinación o cosa parecida para explicarlo. Es la vida misma en una de sus etapas, es la soledad, es el gris.

Recién llego de la calle a casa y es casi medianoche; en estas épocas de calor y en el norte es mejor estar fuera de noche que entre cuatro paredes, y, como tantas otras este día tiene el mismo final como en las últimas semanas, para ver algún programa político porque en tiempos electorales las entrevistas se ponen realmente interesantes y acaloradas, mas que por el verano, por la contienda misma, pero con un adicional perfecto, hoy ha tocado escuchar, con exagerada atención, y casi olvidando el sueño por más de dos horas, a Bryce.

- “Pues mire usted, yo creo que si forma parte de mi vida y es de mucha importancia ¿Quién escribe cuando está contento? La felicidad no da la inspiración para escribir, por el contrario la da la tristeza, de allí el escritor saca las ideas para la obra. Estoy de acuerdo con muchos escritores, entre ellos Vargas Llosa, quienes dicen que somos carroñeros, vivimos de la parte triste, negra tal vez, de la vida. Pero es así, el escritor escribe de esa parte profunda y triste, la que le da la inspiración, la felicidad no vende”.

Con una pequeña sonrisa en los labios hablaba del desamor, casi podía recordar a “Carlitos Alegre”, en el Huerto de mi Amada. Y sí, no cabe menor duda, que Bryce es un genio. Uno con épocas depresivas largas como él mismo ha referido varias veces. En este caso, intuyendo un poco, casi había adivinado lo que iba a decir. Escribimos cuando estamos en períodos de tristeza propiciado por alguna causa o shock emocional tal vez, lo que nos da soledad, quizá nos lleva a cierta depresión, que cuando se llega a sentir en la piel lo que se piensa, hay necesidad de contarlo - sacarlo - en algunas líneas. Y hasta podemos esbozar una sonrisa relatando o escribiendo los sucesos. Es un contraste, es como regalarle una sonrisa al desamor. Un desamor disfrazado de depresión, o en su real dimensión, la depresión encarnada en la sonrisa esporádica para atenuar la soledad de los días de verano. Y como mencionaría el mismo Bryce en la entrevista: “La depresión como enfermedad de los últimos tiempos es una enfermedad no declarada científicamente por los médicos”. A todas luces - o si cabe mejor la comparación: “a todas grises” -; sin distinción de edades, ni de sexos, ni de clases sociales, el factor único es la soledad que encierra porciones de tristeza, decepción, de acidez, de sueño en horas no habituales – o en cualquier horario -, de desgano, de negación de la misma situación, de complicaciones en simplezas. En fin, depresión que lleva a desolar el paisaje, pero que paradójicamente, se convierte en fuente infinita de inspiración.

¿Por qué escribo hoy, nuevamente en verano? ¿Por qué escribo simplemente? ¡Por qué escribo simplemente! Existe una fuerte dosis de soledad en este momento de mi vida, y por eso tomo la entrevista de Bryce como un inicio, pongo un poco de música, abro una Coca-Cola y le pongo unos cubos de hielo y enciendo el computador ¿Necesito algo o a alguien más? Soledad forzada, trabajada conscientemente durante meses, casi un exilio en pleno siglo veintiuno y en una pequeña ciudad. El escribir es simplemente el máximo placer que existe en mi vida, por eso escribo, no existe la obligación de escribir, no hay manera alguna de ser influenciado por el mundo y su publicidad, tengo la libertad de ordenar mis pensamientos y elegir los sentimientos. Bryce diría que “escribir es el último y único placer y actividad del ser humano que está libre de todo”. El hacer obras, y estoy muy convencido que las de él las son en toda la extensión de la palabra, es un acto puramente libre, de todo, nadie en el mundo está obligado a leer, no existe dictadura de ningún modo, el libro cae en nuestras manos porque queremos leerlo y no encontraremos en su tapa ningún tipo de publicidad, escogemos en ocasiones al autor, y este de seguro, y muy seguro que nunca ha sido objeto de algún tipo de presión para crear. Es como mirar al mar y ver caer al sol, la brisa y el color anaranjado en el cuerpo, elegimos ver el ocaso y el mundo nos da esa oportunidad cada día, libremente.

Es verano, vuelvo a sentarme a escribir, vuelvo a estar solo y todo programado, de cierta manera, como ya he dicho antes, cuidadosamente durante meses. No recuerdo exactamente la fecha de inicio desde que dejé a un lado la relación que tenía con una chica, la cual se había vuelto dañina, pero hoy no guardo cerca ningún objeto para recordar, mas aún cada vez que pasan los días ni siquiera los intangibles y duraderos momentos que da el amor, si es que lo fue, y si dudo es más por ella que por mi mismo, están quedando. “El amor es eterno, hasta que termina” leí hace un tiempo, sonriendo por lo cercano a la verdad, en una revista. Creo que las situaciones extremas son las que la merman, el amar demasiado o el dejar de amar a alguien que escogimos para vivir “lo eterno” son igualmente problemáticos. ¡Qué mierda! Estás cegado, también estás sordo. Ya no te interesa que des menos o demasiado, y caes en la cuenta de que todo, sí pues, todo lo que dice y hace está bien ¡Cuándo estás enamorado no sientes nada! A veces, por momentos, ni siquiera amor, o no lo sé.

Y sales de la “manito”, porque a ella le encanta salir agarraditos – No te me vayas a perder amorcito, que tu sabes que eres lo que más quiero -, pasando por toda la extensa fila de amistades, familiares y conocidos que tienes, o siendo preciso, que “tenemos” – Mira amor, vamos para allá, ¿qué lindo no? – siempre saludándolos sonriendo, eres la persona más enamorada del mundo. ¡Vaya tiempos!, y hoy ya sé que debí ser el hombre más pegajoso del mundo algún día, muy lejano ya, pero lo fui, llevado claro, a empujones de seguro, por mi anterior pareja. Puedo saberlo, es comprobable, hoy percibo cierto “calor” humano entre una pareja y casi se me escarapela la piel. Todo exceso es malo, las demostraciones de cariño en público están bien, las palabras bonitas y de seguro el andar de la manito, siempre y cuando guarden coherencia con lo que haces, con lo que dices, con lo que has planeado para el futuro, siempre y cuando tengas las ganas de hacerlo y de seguir haciéndolo por mucho tiempo, sin fecha de caducidad. Siempre y cuando no te prives de tu espacio personal, de tu tiempo, de tus planes y lo hagas porque quieres.

Ha pasado ya, porque hoy puedo decir en realidad que “ha pasado” tal tormenta, mucho tiempo – años difíciles - desde aquella relación, mezcla entre un amor perfeccionista y siempre vapuleado por agentes externos, que influyen en cualquier relación de dos.
– Sí pues, toda relación es de dos, lástima que piense también en lo que me dijo fulana, zutana o mengana sobre lo que vio o escuchó de ti el otro día o en la forma “cómo la miraste y dónde la miraste”… –
Una relación con una pasión extrema, que inducía a presionarnos entre los dos, que elevaba la dosis de inseguridad y nos llevó a cambios en la forma de ser de cada uno por acercarse más a lo que sería ser “uno” solo, a la perfección. Sí, lo que no debe de existir, el dejar la esencia propia por otra y dedicarle todo lo que está al alcance sin medir las consecuencias. Si nos conocimos teniendo como placer estar frente al mar o en una piscina, cambiamos todo por un es mejor si “vemos” el mar o nos “metemos” en la piscina “juntos”. Las relaciones se basan en la fuerte unión de pareja, aunque no siempre sabemos los límites de lo que significa esta coalición – Somos uno solo, sí, uno solo ¡Para toda la vida amor! -.

-¡Hola amor! ¿Cómo has estado? – Es ya de noche, y bueno no hemos hablado desde la mañana, son las 10 de la noche en punto, pero claro, habíamos quedado en que me llamaría a las 8:00pm. Y para ser más exactos con la realidad, intuyendo - mal por cierto -, que podría coger el teléfono antes de lo pactado, he esperado desde las 7:00pm. Sentadito, al costado del teléfono, saltando hasta el techo con cada timbrada de tanto desconocido - o que quiero desconocer en ese momento -, que con voz grave no se asemeja en nada al sonido que espero a través del hilo telefónico.

-¿Y qué has estado haciendo? - Pregunta obligada, siempre presente, cada día, cada segundo diría.

- Bueno, nada, solo esperándote, al menos escuchar tu voz - Respuesta tácita, no estudiada, pero al fin y al cabo verdad, ya que cuando el hechizo está encima, no hay nada que pueda ser más alimento que estar con tu “amada”, no hay tiempo, ni entretenimiento, y a pesar que me moría de ganas por ir a la playa, y claro, de hecho que no fui – Por esperar tu llamada, amor -, es mucho más fuerte la influencia, la casi inexistencia de la decisión – No voy, no porque no me des permiso, simplemente no quise ir amor -

- Pero amor, yo te cuento que fui a la playa. ¡Estuve con mis amigas y la pasamos súper bien! -

Delicadamente lo que escucho por el hilo telefónico parece llegarme hasta la boca del estómago.

- Ah, qué bien. – Respondo a secas, como preguntándome qué tan huevón puedo llegar a ser.
- Pero parece que no estas emocionado amor. – Y no sé cómo podría emocionarme de saberme muy tonto.
- Sí, si claro, está bien, solo me siento un poco cansado - De estar sentado al costado esperando por casi tres horas la llamada ¡Para qué!
- Amorcito, hubieses ido. Te hubieses divertido. Yo lo hice.

Incoherencias, incongruencias, inconsistencias, insuficiencias. En uno mismo, no todo por culpa de la pareja, porque todo es de dos cuando se está enamorado – un poco “idiotizado” -, dualidad que sorprende, que ciega, que deprime, conversión en una especie de animal mitológico, mitad algo y el resto otro. Esto no se piensa mientras sucede, solo existe el antes y el después en cada relación, y son excluyentes, nada se recuerda cuando el hechizo está conjurado, a pesar de haberlo vivido antes, y haberlo repetido ¡El ser humano es el único ser viviente en la Tierra que se equivoca dos veces! ¡Y eso que somos los únicos racionales!

Una vez encontré una frase de García Marquez, cuando todo terminó para los dos, y no de buena manera, la volví a leer unas 10 veces. Aún hoy me cuesta creer que tenga que ser de esa manera, mas me doy la vuelta y en un abrir y cerrar de ojos, prácticamente llego a convencerme que puede ser lo más cercano a empezar otra vez, empezar disculpando, a pesar que cueste mucho. La frase decía: “Siempre habrá gente que te lastime, así que lo que tienes que hacer es seguir confiando y ser más cuidadoso en quien confías dos veces”.

No sé cuánto tiempo pase para saber más sobre lo que sucedió, o al menos saber si es como lo pienso o lo escribo hoy, será en un verano, años después de hoy, será por no cargar con algo que no se sabe qué es, o si debo llevarlo. Lo que escribo depende de mi estado actual, quiero en el futuro volver a escribir sobre lo mismo y comparar. Hoy estoy muy solo y hacerlo me ayuda a no sentirme como tal. A saber que sigo de pie, a pesar de todo.

Sonrisa al desamor…


Nota: Este post lo escribí el verano del 2006, antes de hacer el blog. Con otro ánimo, en distinto momento. Tal vez esperando el futuro e intentar analizar los cambios, las evoluciones propias. Es verano y el mundo siempre cambia de posición, nada se detiene. Estoy empezando el nuevo post, que viene luego de este y lo complementa; ambos son muy personales, pero quizá alguien más de identifique.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hermano, te lo dije x msn y t lo repito: "Uno se ahueva cuando está templado". De verdad que golpea eh? es "La Puta (x no decir la pura) Verdad"
Qué? me preguntas quién es "la puta"? quién más? es la casquivana que se va de juerga a la playa mientras el otro está sentado al lado del teléfono con una mano rascándose el higo y la otra en el control remoto de la TV esperando a que el caprichoso teléfono se acuerde que su función es timbrar cuando alguien llama.
Al final, al final, me vengo a dar cuenta del por qué mencionas a Bryce. Un beso... al huevón del teléfono.