viernes, 18 de abril de 2008

Abriles después...



No puedo negar que se me complicó el inicio de este post. Y aún en este momento, casi dos meses después (y algo más) del verdadero – supuesto – punto de inicio, confieso seguir teniendo problemas para hacerlo. Se han dado ciertas circunstancias que han devenido en cambios estructurales en la forma que le quería dar. Ya no estoy seguro de nada, hasta puedo pensar en partirlo y hacerlo en dos publicaciones o quizá algunas más, o no. Haberlo prometido o darle más peso personal quizá también fueron sumando a estas contingencias, agregando además algunos otros detalles que conté en el único – y también forzadopost de Marzo.

He deshecho casi todo lo que tenía planteado, en un arranque algo violento de impaciencia, aunque en un ejercicio de “creatividad” (por ubicarlo de alguna manera) también. Volteé las cosas para verlas desde otro ángulo, para conseguir innovarlas, para quitarles la secuencia tradicional, empezar de atrás hacia delante, qué sé yo. Tan complicado como hablar de mí al iniciar el Blog (en un post del 2007: Soledad Programada), o como escribir sobre los sentimientos; tan difícil como saber – o conocer - del amor, o estar seguro de tenerlo - si es que sabemos cómo se siente -, o se cree tenerlo.

Al final he decidido no darle tanta importancia y ser libre; dejar el tiempo transcurrir, que las cosas lleguen solas, que las ideas no estén obligadas a nada. Esto tiene mucho que ver con la manera cómo veo las cosas hoy y de cómo me siento. Y va con mucha ayuda de la “protagonista” de la historia, quién sin quererlo y sin saberlo me ayudó a observar las cosas de otra manera, dejando todo en su tiempo y en su lugar. Sin mezclar ni confundir las etapas.

Dos meses atrás (y algo más) hubiese sido otro el post. No tener mucha información sobre lo que pasó entre un segmento largo de tiempo era primordial para que el pensamiento viaje con boleto de ida sin pensar en la vuelta, hoy sé que es de esa manera. Porque hace dos meses (y algo más) no sabía casi nada – no digo que hoy sepa todo o al menos mucho– y el solo hecho de plantearme la pregunta de cómo sería ver o escuchar a F., era motivo para encoger los hombros y esbozar una cara de interrogante gigantesca. Aunque, reconozco que durante los casi 3 años – o no sé cuánto más o menos en realidad – no fui tan curioso de imaginar algo así, sí varias veces me lo preguntaron. En todas la misma cara surgió de manera natural.
Pero la mente es frágil y no tiene poder de decisión en muchos casos, olvida pero también se deja dominar, va hacia atrás, a tal o cual lugar y en ese o aquel tiempo y hace sentir, ver un escenario, imagina, recuerda, propone hechos, da sugerencias de lo que pudo ser. Y como consecuencia, al querer postear sobre aquellos tiempos, fui arrastrado a estar frente a F., hechizado con su mirada, sintiendo su piel y sus labios, viendo la luna tan grande y tan luminosa tomando su mano. Y escuchando canciones de aquellos días, me quedé dormido con ella al lado, teniendo su fragancia, sabiendo que no me dejaría nunca salir del castillo de cristal que tenía construido para mí.
Dos meses atrás (y algo más) también hubiese escrito la historia que me une a F., pero hoy siento que es tan personal que sería como colgar un vídeo íntimo en youtube. Y hubiese sido muy parcial y limitado, hay ciertas cosas que olvidé o mi desatinado cerebro guardó con clave de seguridad, no sé por qué, quizá para no repetir nada, para no volver atrás, o para que F., algún día, me lo haga recordar tomando un café.

Dos meses atrás (y algo más) hubiese escrito aquí algunas preguntas para F., hoy ya no estoy tan seguro ni siquiera de querer saber las respuestas. Recuerdo haberme ido sin saber cómo pasaron las cosas cuando no acepté que alguien me pueda “querer menos”. En el momento no lo pude entender, y aún hoy. Todo fue muy rápido para mí y no quise agregar más motivos supuestos, análisis infructuosos, etc. Solo sé que en esos días y en los siguientes me sobraron fuerzas, respeto, cariño, buenos consejos, lágrimas, ganas de olvidar buscar una respuesta a algo que no se podía decidir de una sola parte. Y no continué con el viaje a la luna. Preferí que fuese como dice una canción de Bacilos, que encaja y encontré hace unos meses: “Tal vez debíamos aceptar que nos perdimos ¡Y ya está! ¡Y ya está! / Es que estamos como locos intentando / apagar toda la luz / que nace cuando nos miramos / y que brilla y nos desnuda / y nos descubre preguntando ¿qué sabemos del amor? …

Hace dos meses, mas o menos, le dije que no eran muy ciertas las cosas que se dijeron sobre lo que pensé de ella cuando nos separamos – o nos separaron -, y que no entendía por qué el solo hecho de vernos juntos causaba cierto estupor y atmósfera cargada de morbo en muchas personas, aun años después. Y luego conversamos un poco más, lo que no hicimos durante años, de amigos, amigas, de las fiestas, de las bromas, de los que se casaron, de los que se separaron, en fin, olvidamos tratar de explicar por qué siempre fue un tema espinoso el vernos cerca.



Hace dos meses la historia hubiese girado en torno a una pregunta, que no espero responder hoy: ¿Qué sabían del amor dos chiquillos que intentaban ser perfectos? Y hasta quizá ¿Qué sabemos del amor hoy que cada quién recorre el mundo por distinto camino? El tiempo ha pasado y muchas cosas han cambiado para ambos. He logrado tener - otra vez - algunos de los mejores momentos aquellos y eso me reconforta. Otros iguales de seguro vendrán - y en verdad lo quiero-, cuando mire algún lugar, cuando camine solo bajo la luna, cuando escuche alguna canción, cuando vea a dos chicos prometiéndose encontrar la forma de llegar a la luna y no bajar nunca más. Tan libre como eso, como la vida de cuando éramos como dos niños queriendo jugar a ser la pareja perfecta.





"Las palabras son flexibles como la punta de tu pluma, y entienden las señales del camino. Las frases no vacilan en cambiar de rumbo cuando descubren..., cuando vislumbran una oportunidad mejor".
Paulo Coelho.


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