viernes, 27 de agosto de 2010

Recuerdos de días atrás

Érase una vez una niña en un lejano país, con un extraño idioma, de clima frío como postal de navidad…

Estábamos acostados en la cama con un montón de fotos, miles de recuerdos y más de un millón de sentimientos que irradiaban de nuestros cuerpos. Ella había escogido un día cualquiera, de sorpresa, para cumplir una de sus promesas, traerme sus recuerdos de infancia en un país lejano y muy distinto al nuestro. Entre todas esas imágenes escogí una entre mis manos, era la de una niñita súper arropada que jugaba en la nieve, corría, reía, disfrutaba en un fondo blanco invernal. Lo recuerdo bien, fue uno de los momentos más sencillos e increíbles de la relación. Habíamos pasado muchas situaciones difíciles y luego de un inicio poco habitual, trabado y de débil comunicación, había ido mostrándole lentamente algo de mi complejo “mundo interior”, aquel que hasta hoy es desconocido para muchos. Creo que fue importante dar ese paso cuando estuve seguro, en el momento en el cual sentí que podía hacerlo con libertad y deseándolo con el alma; y ella que no lo pedía pero lo deseaba, lo merecía. Entonces, el mismo curso de los hechos mostraba el turno para seguir, compartiendo nuestras vidas a través de recuerdos importantes, esta vez, buenos. Ella llegó con parte de su historia ahora en español, con muchas fotos para hacerme una mejor recreación.

En el caso de aquella pequeña imagen que tengo en la mente, fue la única vez que la vi pero quedó en mi inconsciente, tanto que luego de muchos años la he recordado y me ayuda a sentir que hay cosas que hice bien (y qué bueno que las haya realizado a pesar de las voces que me decían que no); como la vez que le preparé un regalo distinto y entre todos los detalles con los que se construía (ya que era toda una representación que me tardó un mes en preparar) estuvo un paisaje que decía tácitamente que “algún día jugaré en la nieve así como esa niña de la foto”. Puedo suponer que lo hice viéndome a mí mismo jugando en ese paisaje frío y blanco, porque nunca estuve ahí y era como desear que la fantasía de estar en un lugar distinto del mundo se haga realidad, como historia navideña. Y porque podía soñar despierto y estar con ella al lado diciéndome que algún día se podría dar.

Ahora, luego de algunos años ya, sé que es algo que está pendiente y que debo hacer. Por aquellos recuerdos, por aquella foto de una niña que me transportó a un mundo distinto repleto de fantasía, libertad y de buenos deseos como cuento infantil…

Pd. Un pequeño regalo.

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