Momentos de elecciones, de decisiones, ¿qué es mejor?, ¿quién lo es? Preguntas que no debo hacerme a estas alturas pues conozco las respuestas desde hace tiempo. Pero qué difícil es darme cuenta que los días pasan y todos llevan una carga, se cargan esos momentos a otro lado, a donde ya no se puede regresar sin inventar una máquina del tiempo. Y aunque suene contradictorio, estoy consciente que por atender mis asuntos he dejado parte de mi lado personal. ¿Se entiende?
En mi vida personal, nocturna, taciturna, de turno en turno, o de tumbo en tumbo, las cosas supongo están como están por mis propias elecciones. Y como no podría ser de otra manera, lo que hago también tiene una consecuencia, o varias, que afectan a quien podría estar a mi lado. A ella se lo dije una vez, que quisiera poder estar cerca, que desearía que las situaciones me hubiesen puesto el camino más derecho, más directo hacia donde estaba, aun si no fuese el lugar donde viviría en un futuro. Pero que también me hubiese gustado que comprendiese, que hubiese sabido esperar, que sentía (y siento) que tengo que experimentar muchas cosas más todavía. Una vez esperó, por poquísimo tiempo, pretendiendo medir mis acciones quizá y decidí estar donde me proponían hacerlo sin tomarla en cuenta para moverme a uno u otro lugar; supuse que al final si estaba comprendiendo, la distancia era problema pero no enfermedad. Y otra vez opté por la postergación de mis aspectos personales, aun reconociendo que el tiempo cuando pasa ya no se muestra con el mismo rostro otra vez y la elección que presenta ya no es tampoco la misma, las situaciones varían, a veces demasiado, el riesgo es grande.
Elegir no es tarea fácil, nunca lo he dicho. Una cosa es escoger lo que quiero comprar para vestir, que aun así en mi caso se me hace costoso en el sentido del tiempo de elección de lo que más me gusta, y otra muy distinta elegir un tipo de vida, con una mujer que hará que todo cambie, así se diga que no al inicio. Todo se complica aún más cuando se trata de una chica a quien ya conoces de antes y con la cual existe una historia anterior. Volver es un término que hace inventar una máquina del tiempo pero en versión prototipo, con bastantes fallas. Se piensa, tontamente, que vuelves a los tiempos aquellos donde todo era bonito. Y te golpeas cuando ya no sucede así en el presente, ‘los tiempos cambian’. Por mi lado, dada la experiencia a pesar de mi edad, siempre tuve como factor a tomar en cuenta que regresar no significa volver en el tiempo, por lo que esperar e intentar algo distinto es lo mejor, si es que se tiene (al menos se cree tener) la suficiente madurez para afrontar ese reto. En este caso le dije ‘esperemos que acabe el mes, que tenga todo el tiempo completo para dedicártelo y prometo que viajaré a verte para salir y conversar’; algo sutil e inteligente, pensé. Ella asintió, pareció gustosa, creí que si habíamos esperado tanto tiempo para resolver nuestros asuntos, no le sería dificultoso hacerlo ahora por tan solo días. Pero yendo más profundo en el tema, quedé convencido de tener un acuerdo tácito, que de ambas partes votábamos por un espacio en blanco, por un tiempo determinado ‘hasta que acabe el mes’.
Hoy llegué a descansar, entré a internet y afanoso empecé a averiguar lo que había sucedido en el mundo mientras andaba ocupado en mis asuntos (no tan míos en realidad). Lo primero que vi es que ella había elegido ya, antes que la fecha llegue. Estaba publicando su cambio de estado sentimental tirando al tacho cualquier trato o pacto, ¡que mierda significa eso de tácito!
Debo reconocer que una elección es democrática, es libre o al menos así debe serla. Cada quien lo hace desde su lado, desde su punto de vista, desde su propio análisis o sentimiento. Ella lo hizo, yo también. Escribo hoy, elijo esta hora y hacer público lo que no es. Cada persona que lea también lo hará porque quiere. No importa tanto en este momento saber las consecuencias de cada decisión, ella no votó por mí, menos me leerá y si lo hace da lo mismo.
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