jueves, 6 de enero de 2011

Supuse que fue lo mejor...

Supongo que es lo mejor, hacerle caso a la experiencia, a los experimentados y olvidar. Dejar todo en un simple juego de adultos queriendo ser libres sin serlo—. Dije casi suspirando y sintiéndome triste. Al momento recordé muchas historias pasadas que se conectan entre sí, por las situaciones similares.


1.
Antes de besarla por primera vez no había imaginado siquiera hacerlo, era una chica con demasiada carga pública y eso me hacía verla distinto, con escepticismo. Sumado a mis pocas ganas de hacer mi vida una exposición, se me hacía todo un rollo. Aun así le hice más caso a mis instintos, los que a veces me echan a perder las ideas y alguna que otra noche, y busqué la forma menos evidente de acercarme; conversamos por celular, por mensajes, en casa de algún amigo, entre la oscuridad de la noche, a solas, claro está. ‘Un beso puede abrir la puerta a algo más’, debí pensar antes.


La relación con “F” había nacido clandestinamente, lo cual no me asustaba porque ya había pasado antes situaciones parecidas donde me tragaba el miedo, aun sabiendo que en algún momento haría estragos en mi interior. Me dijeron que todo estaba hecho porque era una chica ‘rápida’ —así me la pintaron pero no fue lo que me animó— y que era muy ‘fácil’, solo cuestión de proponerle una salida. Pero no resultó de esa manera, quizá porque yo no la vi como todos y decidí conocerla más.

Lo que no supe es que eligiendo esa forma también estaba haciendo la historia distinta, ya no sería solo ‘entrar y salir’, porque me proponía un reto y eso me llevaría a algo más complicado que fue avanzar entre opiniones contrarias e historias condenatorias. Las salidas se volvieron menos clandestinas porque nada se puede tener oculto tanto tiempo y porque había surgido un gusto y diría que hasta cariño entre los dos. Ya no nos importaban tanto las miradas, entonces nos volvimos públicos y como tal, los comentarios —creo que ninguno bueno— surgieron tomando el derecho de ‘libertad de expresión’ que decimos existe en este país cuando nos conviene. Escuché que no tendría un futuro con ella, que su pasado estaría en el presente cada vez que se evoque con rabia por algún problema, que yo había dejado a otras chicas que no tenían detractores ni historias, que ella me haría el cornudo del año, que estaba loco si pasaba de un momento de diversión a más, entre otras cosas. Tener en la cabeza tantas opiniones negativas me hizo creérmelas. Poco a poco sucedió que cuando estaba con ella a solas todo estaba bien, pero cuando estábamos en grupo y éramos el blanco de las miradas de la gente que pasaba por la calle me ponía a pensar ‘qué estaba haciendo’ y ‘hasta dónde podría llegar’ en ese vínculo de solo sensaciones e instintos.


Aun así continué, mi forma de ver las cosas habían girado abruptamente hace algún tiempo y me dije a mi mismo, ‘vive la vida, que es una’. Como una excusa o como una manera de darme ánimo, pero resultó para no huir recién empezada la escalada de ese monte agreste. El juego inicial —pero que nunca lo planeé con maldad— se convirtió en un picnic romántico.


Ella no era una chica fácil al final, ¿cómo serlo si solo el hecho de estar a su lado me significaba acabar en un mar de cuestionamientos? Ella no era una chica ‘rápida’, las personas que habían intentado lo mismo que yo al iniciar —pero con malicia—, hicieron el trabajo sucio de mostrarle una vía rápida, frívola y sin sentimientos.

Llegado un momento no pude más, me convencí que jugar no es fácil cuando ya no es un juego, ella me dijo que se había enamorado de mi forma distinta de ver la vida. Yo no se lo dije, pero en un momento me sentí muy contento de estar a su lado y ver que no era la chica que todos creían. Pero no pude más y me alejé.
...

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