Cae: ¿Qué recuerdas de los días del colegio, con ese tipo de enseñanza solo para memorizar (en mi caso) y de las clases de literatura en especial?
Karina: Recuerdo que no me gustaba leer los títulos propuestos en las aulas. Para mí eran bodoques incomprensibles, ideales para matar ratones, nada interesantes. No le puedes pedir a una niña de sexto de primaria que lea La Iliada y lo disfrute. Recuerdo además que escogía mis propias lecturas y en base a eso presentaba los informes para el colegio. Desde ya me gustaba escribir, pero intentaba cuentos y no poemas, en el colegio ciertamente te enseñan a paporretearte un poema pero no hacen énfasis en que el alumno comprenda el texto o cree los propios.
Cae: ¿Qué te gustó y qué no de esa enseñanza?
Karina: No lo sé, en ese momento creo que pocos niños reflexionan sobre la calidad de enseñanza. Esa es una tarea de los padres. A mí me gustaba ir al colegio, nunca me tiré la pera.
Cae: ¿Recuerdas algún poema que te encantara cuando eras niña?
Karina: Claro, “Sonatina” (mi madre me la leía de un libro de pasta verde llamado "Cortaviento" donde también venía el poema en forma de pájaro de Eielson y algunas adivinanzas de Arturo Corcuera) y “La niña de la lámpara azul”.
Cae: ¿Desde cuándo es que te nace la pasión por la poesía?
Karina: Escribí poesía desde la época escolar. Me gustaba leer (libros escogidos por mi ya lo dije) y dibujar, a veces para acompañar el dibujo escribía algunas líneas. Supongo que eso inició todo. Los primeros textos creados fueron cuento. Creo que es poco probable que alguien empiece a escribir poesía como primera opción, ya que como público estamos más familiarizados a la narrativa, desde chiquitos nos leen cuentos de hadas, pocos padres compran o leen libros de poesía a sus hijos.
Cae: Y en ese camino, cuéntanos cómo fueron tus inicios escribiendo.
Karina: No sé, no tengo muy claro cuál fue el inicio. Creo que tengo muy marcada la sensación de los quince años y desde ahí cuento generalmente. Escribía de forma compulsiva, sin tener mucha conciencia de lo escrito. Ahora es distinto, escribo mucho menos, reviso mucho más y extraño el estado de antena parabólica.
Cae: ¿Qué recuerdas de tus primeras poesías o escritos?
Karina: La asociación creatividad/sufrimiento. Es un cliché espantoso, pero no por eso deja de ser auténtico. Además, eso es al principio. Luego te das cuenta que nada es tan terrible y el sufrimiento decae, por lo que buscas nuevas fuentes. O al menos así sucedió conmigo.
Cae: ¿Cuál es tu mejor momento para escribir? ¿Qué requisito tienes como indispensable para empezar a escribir?
Karina: El mejor momento para escribir es cuando sientes que el texto empieza a caminarte por el cuerpo, ahí me digo: Vamos a hacerlo correr.
No tengo requisitos, salvo tener un papel y un lápiz o algo similar.
Cae: ¿Cuál es tu inspiración?
Karina: La inspiración ahora es un momento menos frecuente. Lo último que he escrito es producto de observar e interpretar, es casi un ejercicio de dibujo, de encontrarle el ángulo al bodegón.
Cae: ¿Tienes reglas específicas para tus poemas?
Karina: No.
Cae: ¿En qué medio escribes, un papel, una computadora, lo grabas en audio?
Karina: Escribo sobre papel o cartulina, siempre a mano alzada.
Cae: ¿Qué sabes o qué imaginas de Chepén?
Karina: No se mucho.
Cae: ¿Qué esperas del Festival?
Karina: Espero que sea igual de bonito como me han contado amigos que ya estuvieron participando. Espero que la interacción con el público sea fluida y despertar interés por la lectura, en especial de poesía que es una rama menos acogida, a pesar de que Perú es un país de poetas.
Cae: Y para terminar la entrevista ¿Qué les dirías a las personas que aun no se animan a escribir o a leer poesía?
Karina: Que no lo hagan. Pero que lean algo de provecho, que se olviden un rato de la sección espectáculos y repasen la sección culturales. Que apaguen la tele unas horas y cojan un libro, sea de cuentos, poesía o una novela. Que entren menos al facebook y más a las bibliotecas. Que escribir no es para todos, pero leer es un deber y un placer delicioso. Que nunca es tarde para hacer lo correcto.
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