No he tenido mucho contacto con una parte de mi familia y me he dado cuenta de eso, he estado conciente de esa carencia, descuido, falta de interés o error, llámese como sea, no pondré excusas. Hasta ayer que en minutos encontré una vía perdida. Sí, más de 20 años han pasado y bueno, rasgos notorios no han sido motivo para detenerme y pensar un momento o interesarme por el tema, así me guste el Chifa (aunque no el arroz chaufa) o me atraigan, a veces, las chicas con motivos orientales. Noche distinta, peculiar. Encuentro con una parte olvidada de mis genes que, a mi parecer, siempre llama en la conciencia, en las costumbres, en los actos involuntarios e imperceptibles a veces, pero que permanecen, no se van ¿Y cómo pues? El ADN no miente, 99% de probabilidades de acierto bastan. No voy a negarlo.
Fui hasta la casa de mis abuelos paternos, que por causas históricos-familiares, y de distancia, no han estado cerca de mi entorno a lo largo de toda mi vida, salvo por fugaces momentos. Celebraban un aniversario más de bodas, que por motivo también familiar, y por directa implicancia con mi padre, no daré a conocer de manera exacta en cantidad de tiempo. La cuestión, y lo realmente importante de esta noche, de la cual no tenía mucha devoción para asistir debido al cansancio del trabajo - Y ¡Oh! Díganme si no llaman los genes-, era el encuentro con esa parte oriental, con sabor a cebolla china, a tausí o a mensí. Para menguar ese cansancio y el desgano como tomando un relajante té de jazmín.
Llegué temprano, una costumbre muy buena a decir de muchos, rescatada en mi últimamente, pero poco aplaudida si se lleva pareja a alguna reunión, y la mayoría de invitados, como es la verdadera tradición, llega casi 2 horas después. Saludé a todos, de uno en uno, entre broma y broma, con las felicitaciones incluidas, y también a una señora pequeñita pero dueña de un gran sentido del humor, una sonrisa apacible y trato familiar - lo que daba una sensación de cercanía-, de afecto que irradiaba felicidad y juventud, muy a distancia de los 80 años que comentó tener. Nunca la había visto en mi vida, no estoy seguro si ella a mi, pero parecía que era una tía de toda la vida. Dada mi poca costumbre de ser cariñoso y la poca habilidad de utilizar el abrazo como manera de explicarlo, resultaba extraño que mi cuerpo se inclinase un poco y la ponga entre mis brazos al saludarla.
La conversación se extendió un poco en casa antes de salir hacia Miraflores, donde se nos había reservado una mesa a los invitados que disfrutaríamos de un show de música criolla. Y entre muchas de las cosas que logro recordar – Y cómo no, si serían tan extrañas luego de tanto tiempo- están unas frases, de aquella tía - porque claro, luego de aquel abrazo y de la sensación tan acogedora, no cabía duda que éramos familia, se trataba de una prima de mi abuela-, que decían algo así: "Los Mau nunca podemos agachar la cabeza, no podemos descansar, ni estando viejos, nunca en esta vida se podrá encontrar a un Mau derrotado ni fracasado que no pueda ni levantar los pies para caminar". Contundente. Con una excelente fortaleza y alegría, miraba a mi padre, quien desde que nació fue uno de sus preferidos, por ser el primogénito.
Me interesé por aquellas frases, puse atención y volví a mirarla. Entonces relató, recordando a sus hermanos y primos, que ellos habían sido requeridos en algún momento para ir a la China luego de lograr sus respectivas profesiones de abogado y contador. En esos lejanos tiempos, una figura poderosa de la China, mantenía correspondencia fluida con quién vendría a ser mi tío tatarabuelo. Pero esto no llego a suceder, y estos tíos no quisieron seguir con esos planes, al parecer por razones ideológicas, luego las cosas cambiaron, aquel personaje influyente, supongo yo falleció, y la relación terminó.
La noche pasó, regresamos cada quien a casa, y hoy me senté frente al computador en la oficina para saber más sobre esa parte de mi vida. Encontré en una página web unas frases casi exactas a lo dicho por mi tía - ¿Tengo derecho a llamarla así no?-, y eran algo así: "La acción no debe ser una reacción sino una creación". "Luchar, fracasar. Volver a luchar, fracasar de nuevo. Otra vez volver a luchar. Y así, hasta la victoria".
Papá y mamá ¡Aquellos nietos que tendrán!... La nueva generación será china, al menos infiero que es lo más probable. Resalto lo que digo a manera personal, por lo que se dice sobre la quinta generación en los descendientes chinos -¡Qué salen más chinos!-, aunque también sea recurrente leer en los diarios y escuchar en los especialistas, sobre el futuro positivo y grandioso que puede tener la economía oriental.
No todo quedó en aquella noche, para bien o para mal, algo muy interesante y necesario para conocer mis raíces, es como encontrar cierto vínculo lógico, y reconocer el llamado o el saludo con un grito o expresión tan común como la de “¡Chino!”, todo sin fruncir el ceño. Sí, esa noche fue distinta, no solo fue develar algún lado más, y eso si, desligo totalmente el pensamiento y filosofía que desencadena todo esto, no podría, nunca conocí a fondo aquella. Para mi sólo fue la noche en la cual supe que soy un sobrino-tataranieto de Mao Tse-Tung.
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1 comentario:
Hola! Sorpresa!
He podido leer tu maravillosa historia porque estoy en Macao por unos dias donde no esta bloqueado el internet. Valio la pena esperar. Un abrazo desde Macao. Patricia
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